LTI. La Lengua del Tercer Reich by Victor Klemperer

LTI. La Lengua del Tercer Reich by Victor Klemperer

autor:Victor Klemperer [Klemperer, Victor]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1947-01-01T00:00:00+00:00


XXIII

Cuando dos hacen lo mismo

Recuerdo exactamente el momento y la palabra que…, ¿cómo decirlo?…, ¿ampliaron o estrecharon?… mi interés filológico de lo literario a lo específicamente lingüístico. De golpe, el nexo literario de un texto dejaba de tener importancia y uno se quedaba clavado en una palabra aislada, en una forma aislada. Pues la palabra aislada permite de pronto vislumbrar el pensamiento de una época, el pensamiento general en que se inserta el pensamiento del individuo, por el que es influido y tal vez dirigido. Lógicamente, la palabra aislada o la expresión aislada pueden tener significados distintos y hasta contradictorios, dependiendo del contexto en que aparecen, y de este modo vuelvo, pues, a lo literario, a la totalidad del texto que tengo delante. Se precisa de la iluminación recíproca, es necesario contrastar la palabra aislada con la totalidad del documento…

Esto ocurrió cuando Karl Vossler se indignó por la expresión «material humano». Material, dijo, son a lo sumo la piel y los huesos y las tripas de un cuerpo animal; hablar de material humano significa atenerse a la materia y despreciar el espíritu, lo verdaderamente humano del ser humano.

En aquel entonces, no estaba del todo de acuerdo con mi maestro. Sucedió dos años antes de la Primera Guerra Mundial; yo no creía que una guerra fuera aún posible dentro de las fronteras de la verdadera Europa y consideraba por tanto el servicio militar, más o menos, una formación física y deportiva de carácter bastante inocente; y cuando un oficial o un médico militar se referían a la buena o mala calidad del material humano, lo veía como cuando un médico civil resolvía rápidamente un «caso» o un «apéndice» antes de ir a almorzar. En estas situaciones, no se ofendía al aspecto psíquico del recluta Meier ni a los enfermos Müller y Schulze, sino que solo se estaba centrado, por razones profesionales, en el aspecto físico de la naturaleza humana. Después de la guerra ya tendía más a ver en «material humano» un parentesco embarazoso con «carne de cañón», a observar el mismo cinismo, consciente en el segundo caso e inconsciente en el primero. Sin embargo, hasta el día de hoy no estoy del todo convencido de la brutalidad de la expresión incriminada. ¿Por qué no puede alguien, aun siendo un verdadero idealista, definir con precisión el valor material que un individuo o un grupo tienen para determinadas profesiones o deportes? En una reflexión análoga, tampoco consideraría un acto de insensibilidad que el lenguaje oficial de la administración penitenciaria se refiriera a los prisioneros por su número en vez de hacerlo por su nombre: tal práctica no significa negarlos como seres humanos, sino considerarlos como objetos de una administración, como cifras en una lista.

¿Por qué es diferente, por qué se manifiesta inequívoca e indudablemente la barbarie cuando una vigilante del campo de concentración de Belsen declara ante el tribunal de guerra haber tenido que ver, el día tal, con dieciséis «piezas» [Stück], refiriéndose a los prisioneros? En los dos primeros casos se



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